EL VENEZOLANO COLOMBIA | VERSIÓN FINAL
La organización criminal «Tren de Aragua» se ha expandido en toda Latinoamérica a costa de uno de los delitos más atroces: la explotación sexual de mujeres y niñas, especialmente venezolanas, a quienes les ha tocado migrar por las condiciones sociales y políticas del país.
La trata de mujeres para la explotación sexual es una de las más de 20 economías ilícitas en las que ha incursionado la banda criminal.
Una investigación realizada por el diario colombiano El Espectador, en conjunto con varios medios venezolanos, reveló que la relación de los pranes y la trata de mujeres comenzó entre mediados y finales de la primera década de 2000, cuando las visitas de familiares y parejas a los privados de libertad se convirtieron en pernoctas con una permanencia prolongada de estas visitantes, que comenzaban los viernes y se extendían todo el fin de semana o varios meses.
No había un control institucional sobre esta práctica, y esta falencia facilitó que también comenzaran a ingresar mujeres y niñas para ser prostituidas.
Ahora, la escena de niñas y jóvenes venezolanas cruzando la frontera por las trochas, expuestas a ser víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual, es habitual.
Catalina* es una de las muchas víctimas de este delito que no está en las cifras de las entidades. Migró cuando tenía 16 años, evadiendo los radares de las autoridades migratorias, por la trocha conocida como La Platanera. Iba con su hijo de brazos, en busca de un trabajo que le permitiera pagar sus gastos y ayudar con dinero a su familia en Venezuela.
“Entré por la desesperación. El primer día recuerdo que me ofrecieron diciendo: ‘Miren, llegó carne fresca; tiene 16 años. Es una niña, es manipulable, ella va a hacer lo que tú digas’. Y sí, uno no se puede negar, porque me amenazaban con matar a mi hijito”, afirma.
No tenían que retenerle los documentos de identificación, era suficiente con que le dijeran que si no volvía iban a ir por su pequeño: “Es un ambiente violento, todos golpean: el proxeneta encargado y el que paga por sexo. Se convive con la muerte. A una muchacha de 17 años la mató un cliente por no quedarse más tiempo del que habían acordado. Uno sabía que la próxima podía ser uno”, dice y se queda en silencio por unos minutos que parecen eternos.
Las niñas y mujeres que migran sin dinero y redes familiares llegan a La Parada y lo primero que buscan son lugares baratos para hospedarse, o “pagadiarios”, como se conocen las casas que se pagan al día, de dos o tres plantas con decenas de cuartos diminutos, sin lujos, estanterías ni ventiladores.
La noche más barata se paga en El Galpón, como se conoce el “pagadiario” más económico de La Parada. Se pagan 8.000 o 10.000 pesos (2,5 dólares) la noche. Si uno quiere usar la cocina tiene que pagar más.
“Luego, ellos mismos [El Tren] son los que dan algún trabajito al comienzo, de ‘trochero’ o ‘maletero’ (el que carga mercancía por las trochas), de venta de tinto o de reciclaje y así van perfilando a las mujeres y controlando todo. Parecen psicólogos, cuando uno ya está endeudado y pide auxilio le dicen que uno tiene la salida entre las piernas y lo llevan a través de sus fichas al bar o burdel”, detalla Catalina.
En La Parada, la guerra entre el ELN y el Tren de Aragua es por el control territorial y la plata: “La lucha es por los negocios y por quién es el proxeneta más grande, quién tiene más mujeres”, dice Carolina*, de 43 años, que logró escapar de una de estas redes de explotación sexual.
Los dos grupos buscan endeudarlas primero. Ese es el enganche. Los del Tren se ganan la confianza rápido, porque la mayoría son venezolanos: “Se acercan como panas y te sacan información. Te brindan una empanadita y, uno inocente, les confía que ya está endeudada. Te prestan hasta que no puedes pagar y luego te dicen que ‘no seas bobita’, que ellos te consiguen un local, una plaza, un viejito para pagar la deuda. Pero, cuando llegas, boom, no es un viejito. Son muchos viejitos y, cuando te quieres ir, te amenazan de muerte a ti y a tus familiares”, agrega.
La exportación de este delito, a través de los vagones del Tren de Aragua, comenzó entre 2017 y 2018, en los peores años de la emergencia humanitaria compleja de Venezuela. Una funcionaria de la policía judicial explicó que fue durante estos años cuando comenzaron a aumentar drásticamente las denuncias y detenciones asociadas a este delito.
Aunque no hay cifras oficiales que permitan tener una idea de la gravedad de este delito, la creación de una oficina en la policía científica, dedicada exclusivamente a la investigación de la trata en septiembre de 2022, pudiera ser un indicador del crecimiento que ha tenido esta economía ilícita y la preocupación que ha despertado en las autoridades.
La mayoría de las víctimas de trata del Tren de Aragua tiene como destino al menos cuatro países de Suramérica: Colombia (como se ha explicado), Ecuador, Perú y Chile.