EL VENEZOLANO COLOMBIA | LA SILLA LLENA
Tan solo caminar por la séptima de Bogotá es suficiente para escuchar cientos de “pana” o “chama”, entre otras palabras características de las personas de Venezuela. Incluso, es posible tomarse una chicha venezolana en estas hermosas calles bogotanas.
XENOFOBIA
Caminas un poco más, llegas a la Plaza de Bolívar y puedes escuchar a un comediante colombiano con una serie de desafortunados chistes clasistas y homófobos, quien también incluye en su repertorio chistes xenófobos en contra de las personas de Venezuela.
De hecho, hasta se da una especie de discusión “entre bromas” entre el comediante y unas mujeres venezolanas, molestas por los chistes en contra de su gentilicio.
Así transcurre el día a día en Bogotá, desde los estratos más bajos, hasta los más altos. Desde personas venezolanas altamente calificadas en distintos sectores de la ciudad, incluyendo ingenieros, comunicadores sociales, artistas, abogados, grandes inversionistas venezolanos ejemplificado con un Farmatodo en cada esquina, y personas con mayores niveles de vulnerabilidad y dificultades para acceder a derechos, algunos de los cuales venden dulces o bolsas en la calle.
Se trata de personas que están contribuyendo con la economía colombiana y el enriquecimiento social y cultural del país. Como en su momento lo hicieron millones de personas colombianas en mi país, Venezuela.
LLEGARON PARA QUEDARSE
Así las cosas, muchos de esos casi tres millones de venezolanos en Colombia, que escapan de uno de los regímenes autoritarios más destructivos en las Américas durante el siglo XXI, llegaron para quedarse.
Casi tres millones se dice fácil, pero no lo es. Esta cantidad es un millón más elevada que las poblaciones enteras de países como Macedonia, Letonia y Eslovenia y un poco menor a la población de Albania. Además, la cifra se acerca cada vez más a la cantidad de desplazados forzosos en Turquía, país que, con aproximadamente 3.7 millones de sirios bajo protección internacional, acoge al mayor número de personas desplazadas en el mundo, seguido por Colombia.
Si bien no solo las cifras, sino también las interacciones con migrantes y refugiados venezolanos en Colombia son más que evidentes, el gobierno del presidente Gustavo Petro ha realizado una serie de acciones y pronunciamientos bastante cuestionables que no parecieran ir de la mano con el que debería ser el siguiente paso en las políticas migratorias en Colombia: la integración de la población migrante venezolana. A continuación, resumo esta serie de hechos desafortunados.
Políticas de retorno ilógicas dentro del contexto actual
El primer paso en falso fue mencionar durante el empalme entre los gobiernos saliente y entrante la necesidad de desarrollar una política de retorno, cuando la mayoría de las personas venezolanas en Colombia tienen vocación de permanencia. En Venezuela no acaba la crisis económica, política y social. Para dar solo un ejemplo, el país está cerca de entrar nuevamente en una espiral hiperinflacionaria con una inflación interanual de 440% según el Observatorio Venezolano de Finanzas. Además, entre enero de 2022 y enero de 2023 el bolívar se devalúo más de un 73%.
Cualquier persona que haya viajado recientemente a Venezuela le indicará lo costosa que es la vida en un país donde el sueldo mínimo en el sector público ronda los 6 dólares mensuales y un mercado mensual para una familia se acercó a los 400 dólares en diciembre de 2022.
No obstante, a principios del mes de febrero, el director de Migración Colombia insistió nuevamente en políticas de retorno a través de un “corredor humanitario” para que migrantes venezolanos regresen a su país. Medida necesaria pero a través de Colombia pues los venezolanos siguen saliendo de su país, no solo hacia Colombia sino también hacia otros destinos en el sur y norte de las Américas. Si bien hay personas venezolanas retornando a su país, ¿es acaso este número mayor a los que siguen saliendo? ¿acaso el gobierno Petro tiene unos números que no conocemos?
Cierre del ente coordinador de las políticas de integración
El segundo error de la nueva administración colombiana fue el cierre de la “Oficina para la Atención e Integración socioeconómica de la Presidencia de la República” (antiguamente conocida como Gerencia de Fronteras).
Este ente colombiano se encargaba de coordinar las políticas de integración en el país en los ejes vertical y horizontal, incluyendo en este último a la cooperación internacional, pero principalmente se trataba de una institución parte de la Presidencia, lo que permitía mantener el tema migratorio como una prioridad constante, y más que necesaria, en la agenda nacional.
Lamentablemente, las funciones de esta instancia han sido absorbidas por la Cancillería colombiana y desdibujadas dentro de esta institución, lo que está generando que un tema tan importante como la integración de las personas migrantes se vaya diluyendo en esta institución que tiene su foco en la política exterior y no en políticas hacia el interior, de las cuales tendrían que ser parte los migrantes con vocación de permanencia.
Además, llama la atención que en las bases del reciente Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026 (PND) se indica que “Se adecuará y fortalecerá la estructura institucional del Ministerio de Relaciones Exteriores, de la Unidad Administrativa Especial Migración Colombia y de las entidades con responsabilidades de coordinación y articulación en temas migratorios.
” O que “Se fortalecerán las instancias de coordinación a nivel sectorial, nacional y regional y gestión de la cooperación internacional para fortalecer acciones en el marco de la Política Integral Migratoria”. Es claro que esa coordinación y articulación es necesaria y estas eran justamente parte de las funciones que ejercía la antigua Gerencia de Fronteras.
En las bases del PND no se explica qué ente hará esto. La ausencia de una oficina que coordine implica un retroceso de alrededor de seis años durante los cuales la Gerencia de Fronteras y sus trabajadores tuvieron curvas de aprendizaje sobre el tema migratorio. Experiencia con la que Colombia no contaba porque era principalmente un país emisor.
Sobre el tema de la integración se indica lo siguiente en las bases del PND: “El Ministerio de Igualdad y Equidad en coordinación con el Ministerio de Relaciones Exteriores y Migración Colombia formularán e implementarán estrategias pedagógicas y de comunicación para prevención a la discriminación y promosión (error en el original) de la cohesión social para la población migrante en el país.
” No obstante, el Ministerio de Igualdad y Equidad aún no ha sido plenamente instalado y estos temas necesitan de la ejecución de políticas públicas inmediatas pues ya han pasado varios años desde el inicio del fenómeno. Adicionalmente, las políticas de integración no implican solamente cohesión social, hay una estructura profunda de articulación institucional que se omite. Por último, dentro de las funciones de Migración Colombia no se estipulan temas de integración.
“Desvenezolanizar” la migración
En diciembre de 2022, el director de Migración Colombia emitió unas declaraciones que causaron preocupación entre distintos expertos del tema migratorio al expresar que si bien “El fenómeno venezolano es imposible de invisibilizar (…) la intención es desvenezolanizar este tema migratorio”. Esto lo dijo al advertir que hay otras diásporas como la cubana, ecuatoriana y haitiana.
Si bien es clara la existencia de estos flujos migratorios y también deben ser atendidos, estos forman parte de procesos de movilidad humana de tránsito que son completamente diferentes al venezolano pues no tienen vocación de permanencia.
Si bien la migración de tránsito merece atención y que se desarrollen políticas para apoyar a esta población, sus características y necesidades son muy distintas a la de los casi 3 millones de venezolanos en el país.
Por otro lado, en las bases del PND colombiano quedó clara la invisibilización de la migración desde Venezuela, lo que a todas luces implica ignorar una gran parte del asunto migratorio. Y hablo de las bases porque en el PND el tema migratorio quedó prácticamente invisibilizado como lo explica Txomin Las Heras en este artículo.
Por ejemplo, en el único punto en el que se habla particularmente de la migración venezolana en las bases es cuando se menciona al “Estatuto Temporal de Protección para (Migrantes) venezolanos” (ETPMV). En este apartado se explica que logros como el estatuto son “importantes pero claramente insuficientes”, sin ahondar en el por qué son insuficientes y sin proponer cómo mejorar el estatuto o fortalecerlo.
Recientemente, por ejemplo, se creó un certificado del Permiso por Protección Temporal (PPT) para que aquellas personas que han tenido inconvenientes en obtener el permiso puedan acceder a la oferta institucional del Estado.
Lamentablemente, este certificado está siendo rechazado en distintas instituciones por lo que se están perdiendo los recursos que deberían estar centrados en la aceleración de las entregas de los PPT y su socialización, no en la emisión de nuevos certificados que nadie reconoce.
Otro caso que debe ser mejorado es el tema de la extensión del plazo de regularización para la población irregular venezolana pues varias personas siguen entrando al país sin sellar pasaporte por lo costoso de este documento en Venezuela. Estos son solo un par de ejemplos de todo lo que se puede mejorar en el marco del ETPMV.
A estas alturas, las propuestas para el fortalecimiento y avance de la política migratoria ya deberían ser concretas.
También se indica en las bases que se “establecerán espacios de diálogo de responsabilidad compartida” para avanzar en la protección de las distintas poblaciones migrantes, sobre todo con países fronterizos como Venezuela.
Como bien es sabido, el régimen de Nicolás Maduro no reconoce a su diáspora y más bien la niega, por ello cabe preguntarse cómo podría darse ese diálogo en esa materia cuando el gobierno venezolano es de hecho el principal responsable de que sus ciudadanos sigan buscando una vida digna en otras latitudes.
Refugio totalmente invisibilizado
Finalmente, pero no menos importante, hay un gran ausente en el PND: el refugio. Sobre este tema ya se ha explicado en varios espacios que a Colombia le urge un fortalecimiento de su sistema de refugio donde un solicitante no puede trabajar mientras obtiene la respuesta a su trámite y la espera puede durar hasta tres años, lo que genera una serie de barreras para la integración socioeconómica de estas personas.
Por solo mencionar una de las grandes deudas que aún tiene Colombia sobre este tema. Lamentablemente, ni en el PND ni en sus bases existe una sola mención sobre este mecanismo de protección internacional y qué se puede hacer para mejorarlo.
A pesar de estos intentos de “desvenezolanizar” el tema migratorio, el trabajo de la cooperación internacional sigue presente y trabajando por la integración. Además, en algunas alcaldías como la bogotana, se ha entendido la importancia de la inclusión de la población migrante venezolana y la alcaldesa, que en un principio tuvo varias equivocaciones a través de declaraciones xenófobas, ha logrado avances en materia migratoria junto a su equipo. Asimismo, los esfuerzos de la sociedad civil que trabaja cada día en favor de la integración de esta población es admirable.
No obstante, sin el esfuerzo y la voluntad política de abordar el tema desde el gobierno central, los avances que ha logrado Colombia en materia migratoria se pueden ir perdiendo.
Sobran en el mundo ejemplos que explican la importancia de la integración bidireccional entre las poblaciones de acogida y las personas migrantes. Si no pregúntele a los franceses qué ocurría en su país cada vez que Marruecos ganaba un partido de fútbol en el mundial de la FIFA 2022.