EL VENEZOLANO COLOMBIA | EL ESPECTADOR
Ronal Rodríguez, vocero del Observatorio de Venezuela de la U. del Rosario, afirma que el encuentro entre Gustavo Petro y Nicolás Maduro hoy en Caracas es clave para el objetivo de la “paz total”, que es paralelo, pero convergente, con el retorno de la democracia en Venezuela.
¿Qué impresión le dejó el anuncio de la reunión entre los presidentes?
La reunión era un espacio necesario, es parte de la recuperación de la relación entre Colombia y Venezuela. Se esperaba que este encuentro se diera relativamente rápido, sobre todo porque había sido una de las prioridades durante la campaña presidencial del presidente Gustavo Petro. La recomposición no estará completa hasta que se encuentren los dos presidentes. Por obvias razones se tiene que hacer en Venezuela.
En Colombia es muy difícil, primero por la dinámica internacional que tiene Maduro: recordemos que está siendo requerido por autoridades norteamericanas, lo que debilita mucho su movilidad internacional. Por más de que el presidente colombiano quisiera garantizar una visita de Nicolás Maduro, sería muy complejo de manejar, también porque la comunidad venezolana en territorio colombiano podría llevar a cabo movilizaciones en contra de Nicolás Maduro. Entonces este primer encuentro era absolutamente esperable que se diera en Venezuela.
¿Qué se busca?
Lo que trata de recuperar este encuentro es poco el diálogo entre mandatarios, que además ha sido una característica de la Revolución Bolivariana: la relación bilateral se volvió excesivamente presidencialista desde que subió al poder. Así fue durante el periodo de Hugo Chávez.
Había temas que no avanzaban o que estaban completamente bloqueados y solamente cuando los presidentes se reunían se podía establecer una agenda y se daban avances. Las reuniones presidenciales eran casi un estado de cuenta de lo que había quedado la vez pasada, para qué se había cumplido, qué no se había cumplido, y se establecían las nuevas líneas.
Fue una relación que Colombia en su momento, en la era chavista, permitió que se volviera terriblemente presidencial. Mientras no hubo reunión de presidentes pasó lo que sabemos: que la relación bilateral se encontraba fuertemente golpeada sin mayor claridad de hacia dónde íbamos, y particularmente los últimos cuatro años en su peor estado. Creo que es una buena señal que se pueda reactivar el diálogo entre los presidentes, pero Colombia debe empezar desde ya, más allá de las sincronías de los presidentes, a buscar la construcción de una institucionalidad más allá de lo que se hace en Miraflores y en la Casa de Nariño.
¿Cómo se ve que Petro vaya a Caracas? ¿Como que está cediendo…?
En los últimos siete años hemos vivido los peores momentos de agresión por parte de un Estado al otro. En 2015, la expulsión masiva de compatriotas fue tal vez el acto más hostil en la historia de la relación bilateral de Venezuela hacia Colombia, pero también hay que reconocer que el intento de ingreso de ayuda humanitaria en febrero de 2019 fue el acto más hostil y grosero que ha hecho cualquier gobierno colombiano contra el Estado venezolano.
Eso es importante también tenerlo en el radar. La última agresión más fuerte la hicimos nosotros, independientemente de lo que significara o como la quisiéramos leer nosotros. Los venezolanos siempre la han leído como un intento de invasión a su país orquestado desde territorio colombiano. Eso influye al momento de valorar cuál sería la dinámica de la relación, a qué presidente le correspondería un poco ceder para poder recuperar la relación; en este caso, creo que el Gobierno colombiano y el presidente Petro han decidido ceder, y no creo que sea un error.
Sin duda, no es la relación convencional de dos presidentes, de dos gobiernos, sino que estamos hablando de la relación entre un presidente democráticamente electo, el presidente Petro, y un régimen no democrático que impera en Venezuela; eso hace un poco difícil para Petro asistir a Venezuela, porque da unos señalamientos, unos matices particulares, pero pienso que dadas las condiciones uno de los gobiernos tenía que dar el primer paso y pragmáticamente el único que lo podía hacer era el presidente Petro. Ya que dio el primer paso, tendrá que buscar cuál va a ser la contraprestación del gobierno venezolano ante este acto del Gobierno colombiano: qué gana o qué puede sacar Colombia.
¿Qué opina de los temas que fueron incluidos en la agenda como la reapertura, el tema medioambiental…?
Son temas muy complejos. Por ejemplo, la forma en que el gobierno Petro percibe los temas ambientales es totalmente diferente a como lo percibe el régimen venezolano, que puede llegar a tener un discurso en esa materia, pero que en la práctica se ha convertido en uno de los países que más han retrocedido en temas medioambientales, no solamente por el incumplimiento de varios de los acuerdos internacionales a los que pertenece, sino por el deterioro y la degradación que viven en esa materia.
La Revolución Bolivariana, diferente a la época de Chávez, cuando tenía un margen de acción más grande, vive en un discurso vacío y que dice respetar derechos humanos, derechos medioambientales, pero que en la práctica está muy lejos de ello y que todo el mundo lo sabe y se ríe de ellos. Colombia, por otro lado, tiene que poner algunos temas sobre la mesa.
Por ejemplo, en materia consular es fundamental el reconocimiento de la nacionalidad venezolana a los niños que han sido acogidos como colombianos en el marco de la Ley de Apatridia, pero que también tienen derecho a su nacionalidad venezolana.
El régimen venezolano no está interesado en visibilizar la dinámica de la migración, y creo que ese es uno de los temas que tarde o temprano van a tensionar porque para Colombia la migración es un tema complejo de administrar, y Venezuela sistemáticamente, particularmente el régimen de Nicolás Maduro, el canciller y el embajador Plasencia, que hoy está nuestro país, han tratado de menospreciar este tema.
Pero, tan pronto se abra un consulado de Venezuela en Colombia, vamos a tener filas larguísimas, más largas que las de Buenos Aires, de ciudadanos venezolanos reclamando servicios. Colombia tiene que pugnar frente al gobierno venezolano para que cuando se abran los consulados tengan una capacidad que pueda atender la demanda.
Ni el tema de migración ni el tema del Eln están en la agenda, por lo menos en el comunicado que se publicó. ¿Qué decir sobre eso?
Hay temas que están sobre la mesa para la foto y sobre los cuales se puede lograr una declaración conjunta al final de la reunión, hay otros que siguen siendo importantes o más importantes, pero sobre los cuales no hay forma de llegar fácilmente a un acuerdo.
Entonces lo que tratan de hacer es evitar que ese tema quede en la agenda inicial para que no se muestre como un fallo o un fracaso. Pero creo que son temas inherentes a la reunión, es imposible evadirlos, tanto para Venezuela como para Colombia. Que no esté en la agenda pública no quiere decir que no se vaya a discutir, sobre todo porque una de las complejidades que tiene la “paz total” es que de nada sirve la paz o no será total si no se logra desarticular al Eln venezolano.
En definitiva, son materias que requieren una coordinación muchísimo más a largo plazo, y obviamente ahí el gobierno colombiano tiene unas complejidades, porque recordemos que Hugo Chávez aspiró siempre a un Nobel de la Paz, y (en Venezuela) sienten que Juan Manuel Santos se lo robó, y particularmente Nicolás Maduro siente que Santos los utilizó, los instrumentalizó, y ahora no quieren dejarse instrumentalizar por el presidente Petro.
Entonces también hay una dinámica de juego a largo plazo. Petro tiene los afanes de un gobierno finito, mientras que Nicolás Maduro no, pues tiene la plena conciencia de que no hay nada por el momento que diga que él va a salir del poder en el 2024.
Uno de los temas que sí se incluyeron fue el de la integración latinoamericana. ¿Qué se puede lograr en esta materia, teniendo en cuenta, además, el reciente triunfo de Lula en Brasil?
En la agenda internacional, el presidente Petro toca callos sin darse cuenta de su dimensión. El tema amazónico es un tema brasilero, en el que Brasil lleva décadas trabajando, en el que Petro es un recién llegado con un momento de protagonismo internacional.
Petro no tiene capacidad de competir con Brasil en ese liderazgo empezando porque la mayor parte de la Amazonía está en territorio brasilero. No sé si es por falta de conocimiento o por un espíritu protagonista que Petro se metió con el tema amazónico, pisando unos callos dentro de la izquierda brasileña. Lula tuvo un liderazgo muy fuerte en ese tema, entonces creo que ahí habrá tensiones inherentes a la relación entre Colombia y Brasil.
En el caso de los temas multilaterales, creo que con Lula hay posibilidad de recuperar espacios. Sin embargo, Venezuela se autoexcluyó de esos espacios: se retiró de la CAN, de la OEA, y no hay mecanismos o una dinámica clara de cómo hacer que vuelva, porque nunca se pensó que un país que se retiraba después quisiera volver. Venezuela se retiró de la CAN en 2006 por los tratados de libre comercio que hicieron Colombia y Perú con los Estados Unidos; eso no ha cambiado ni va a cambiar en el corto plazo, pero Venezuela hoy necesita de la CAN porque en su autoaislamiento se dio cuenta de que terminó siendo muchísimo más nocivo para ellos, para sus intereses y su economía.
Colombia es uno de los países más interesados en que eso se logre porque muchas de las dinámicas de la relación bilateral se manejaban por la CAN: las zonas de integración fronteriza en las que se venía trabajando en 2006 permitirían un desarrollo de lo que Maduro y Petro han llamado un desarrollo metropolitano de la frontera entre Táchira y Norte de Santander, y todas las dinámicas del tema migratorio en el marco de la CAN contarían con instrumentos muchísimo más fuertes y robustos que el estatuto temporal de protección para migrantes venezolanos.
En otros escenarios es más complejo. Venezuela en Mercosur continúa sancionado por violación de derechos humanos, y no hay nada estructural que permita levantar por el momento esa violación. El país que venía trabajando para levantarlo era Argentina, pero el problema del avión iraní ha causado una tensión muy fuerte entre los equipos de los dos gobiernos.
Ahora Lula es un actor que juega, independientemente de que tenga una agenda interna; regresa para reclamar el poder y el espacio que ocupa Brasil en América del Sur. Brasil es la potencia regional, pero una de las particularidades de Jair Bolsonaro es que retrocedió en el papel internacional de Brasil, sobre todo porque su postura era un poco parecida a la de Trump, que se miraba más el ombligo que realmente el papel que debía jugar en la región. Lula tiene un capital político que ha jugado en el pasado que no se puede subestimar.
¿Hasta qué punto Petro podrá hacer exigencias en cuanto a que se retome el diálogo con la oposición en Venezuela y que haya elecciones libres?
No sé, porque en esa materia el discurso del presidente Petro ha sido un poco ambiguo. Él ha hablado de autodeterminación de los pueblos, que es un poco el discurso mexicano, básicamente dejar que la resolución sea entre venezolanos, de su propia crisis.
Creo que habría un espacio para que Colombia sea parte de los espacios de diálogo en Venezuela, y eso no es menor. Recordemos que Colombia se había abstraído de esos espacios, siendo el país más afectado por la crisis venezolana.
Colombia puede dar algunas garantías a líderes de la oposición, sobre todo en materia de protección, y pienso que puede presionar un poco, pero más allá de la presión que puede ejercer Estados Unidos realmente no.
No es que porque Petro le dice a Nicolás Maduro que debe abrir un diálogo se abra un diálogo. Nicolás Maduro sobrevivió a la andanada del Grupo de Lima, a la estrategia del cerco diplomático, y eso le ha dado un viento de cola que lo favorece y que le permite poder desoír no solamente a Estados Unidos, a la UE y a Colombia, que no es un país que juegue en la misma liga que puede llegar a jugar Estados Unidos o la Unión Europea frente al caso venezolano.
Pero sí podría abrirse un espacio para que Colombia esté presente, sobre todo porque el proceso de regreso a la democracia en Venezuela también pasa por la “paz total” en Colombia, son procesos paralelos que tienen un montón de convergencias y que el uno no se logrará materializar sin el otro, porque Venezuela ya se volvió parte del escenario de operaciones del conflicto armado, pues hoy este tiene episodios en territorio venezolano, con víctimas venezolanas, con desplazados venezolanos, entonces nosotros también tenemos responsabilidad por lo que significa el contagio de nuestro conflicto armado en Venezuela.