EL VENEZOLANO COLOMBIA | DIARIO NORTE
Hoy es una marca establecida y conocida de la ciudad. Tienen locales fijos y varios foodtrucks con los que están presentes en todos los eventos sociales y recreativos. Sin lugar a dudas son parte del boom gastronómico urbano de los últimos años que rediseñó en gran parte lo que era el menú de comidas rápidas tradicional, multiplicando opciones y ampliando sabores.
Pero todo esto no fue de un día para el otro, y aunque no es una historia de varias décadas, si fueron años de mucho esfuerzo, sacrificio, constancia y, por si fuera poco, de afrontar el desarraigo.
Se trata de Foodie, aquel negocio hamburguesero que nació como un simple delivery en una casa en la que vivían varias familias inmigrantes y que los últimos días acaba de sumar su nuevo local nada menos que en el Shopping Sarmiento.
Pero más que de Foodie, se trata de una familia.
UNA AVENTURA QUE COMENZÓ HACE CUATRO AÑOS
Jorge García no oculta su alegría por lo que vivió esta semana. Para él y su esposa Daniela, además de su pequeño hijo Jorge, haber llegado al shopping es cumplir uno de sus tantos proyectos con los que arribaron a Resistencia hace cuatro años. «Esta aventura empezó en el 2018. Recién habíamos llegado al país y a Resistencia desde Venezuela, no teníamos mucho y rápidamente nos pusimos a buscar trabajo pero era muy difícil siendo inmigrantes», cuenta este emprendedor en diálogo con NORTE. Pero más allá de las dificultades, el destino también les puso «a las personas correctas» en su camino.
«Una de estas personas era una señora que para nosotros fue un angelito guardián, porque cuando más lo necesitábamos nos alquiló una casita en la zona de la Casa Garrahan, no nos pidió papeles ni nos llenó de requisitos. Ella se iba del país y básicamente necesitaba dejar a alguien de confianza en la casa. Fue fundamental. Pudimos mudarnos y con el tiempo nos dejó recibir a familiares y amigos que también habían huido de la dictadura en Venezuela, un país arruinado económicamente» recordó. Y así, una noche tras pedir comida y compartir entre todos, vieron la oportunidad: «esto lo podemos mejorar con nuestra experiencia» coincidieron Jorge y Daniela. Le pidieron permiso a la propietaria que les permitió utilizar el mobiliario de la casa para emprender, «y de esa cocina de cuatro hornallas salieron las primeras burgers de Foodie», remarca García orgulloso.
«DESDE EL DÍA UNO FUE UNA LOCURA»
¿Pero por qué se metieron en el rubro de la comida? fue la pregunta obligada.
«En Venezuela teníamos restaurante. Lo que hicimos fue adaptar nuestros conocimientos al paladar chaqueño y desde el día uno todo ha sido una locura porque a nuestros clientes les encantaba la propuesta», explica.
No fue sencillo el proceso. Jorge recuerda que habían llegado sin contactos ni antecedentes comerciales que faciliten las cosas. No obstante no duda en señalar que «venir al Chaco fue de las mejores decisiones que hemos tomado». En este punto señala principalmente la calidad humana de las distintas personas que en esta cadena fueron conociendo y les hicieron más sencillo salir adelante, como aquella mujer que les alquiló la primera casa. «Resistencia es una ciudad muy noble, a nosotros como inmigrantes venezolanos nos acogió muy bien» destaca Jorge que, claro, venía con su familia de una experiencia de vida muy compleja en su querida Venezuela, por lo que para ellos el contraste era evidente: «pudimos conseguir que nos alquilen sin referencias, conocimos proveedores que nunca nos fallaron con la mercadería y siempre confiaron en nosotros. Incluso gestionar una cuenta de banco o las habilitaciones comerciales y demás permisos nos resultó muy fácil porque en Venezuela todo tarda mucho más que acá y es más complicado».
El tiempo fue pasando y el emprendimiento creciendo. Así de aquella casita en la que vivían y trabajaban pudieron pasar a su primer local, por la calle Santa María de Oro a metros de las vías. Un local pequeño pero suficiente para su metodología por entonces estrictamente basada en el delivery. Luego vieron la oportunidad en el surgimiento de espacios abiertos para foodtrucks y lo aprovecharon. Y un tiempo después llegó el primer local fijo con atención de clientes en mesas por calle Liniers. Lo último, esta semana, fue la inauguración del segundo local pero en el shopping.
«Foodie hoy tiene su local principal en Liniers. Además estamos con un foodtruck fijo en el patio de comidas del Bosque Food Park en avenida Laprida, y tenemos otro foodtruck exclusivo para eventos» destaca Jorge. Este vehículo es un verdadero caballito de batalla y está en cada evento sea posible, desde recitales a festivales cerveceros o jornadas deportivas.
«Llegar al shopping para nosotros es la culminación de una etapa de adaptación y el inicio de consolidación de nuestra marca en la ciudad. Estar en el principal patio de comida y centro comercial es un gran logro y es un impulso para nuestra marca y para nosotros en lo personal» expresa a NORTE, a la vez que anticipa: «diría que no es el fin sino el principio de grandes cosas buenas que se vienen».
«SACAR SIEMPRE ALGO NUEVO Y DIFERENTE PARA EL CLIENTE»
Para ir cerrando la charla sobre la marca, NORTE le preguntó: ¿Qué ofrece Foodie, qué es lo que lo hace único?
«Lo principal es nuestro equipo, nuestros colaboradores son el ingrediente más preciado» define Jorge, pero agrega lo que le da el toque: «por supuesto que está nuestro sabor caribeño en todas las comidas». Pero no es solamente eso, hay otro punto fundamental y que lo tienen muy bien desarrollado: «siempre estamos sacando algo nuevo y diferente para darles a nuestros clientes cada vez más experiencias, y que estas sean únicas, que solo pueden probar y disfrutar en los puntos Foodie».
Y sobre los proyectos a futuro, este emprendedor incansable adelanta: «actualmente estamos en proceso de fabricación de dos foodtruck más con la idea de expandirnos para Corrientes el próximo verano». Sin embargo, aclara que «luego de cuatro años, casi cinco, sin un día libre, queremos con Daniela enfocarnos un poco más de tiempo los próximos meses en la familia».
«DEJAR A LOS SERES QUERIDOS, LO MÁS DURO»
Entrando en una faceta más personal de la charla con Jorge, fue imposible no hablar de las sensaciones de irse de su país y comenzar una nueva vida en un lugar distinto.
«Venimos de Mérida, una ciudad turística venezolana, rodeada de hermosas montañas. Nos embarcamos hacia la Argentina pero sabíamos que nuestro destino era el Chaco, y llegamos aquí gracias a unos compañeros de estudio, también venezolanos, que ya estaban radicados en Resistencia, Stepheno, Estefania y su familia que nos ayudaron mucho en el proceso inicial de lo que significa inmigrar» cuenta con nostalgia. «Al momento de emigrar desde Venezuela, nos costó mucho decidir el cuándo y el cómo, sobre todo dar el paso y animarnos a salir de la ‘zona de confort’ y dejar la mitad de nuestras vidas, familia, amigos, negocio, contactos, estudios, la mascota… es difícil. Pero una vez que decidimos, nos habremos tomado cuatro meses en planificar, tramitar los papeles necesarios y salir del país».
¿Y qué es lo que más extrañan?
«Sin pensarlo; la familia. Dejar a tu familia, a tu papá, mamá, hermanas, sobrinas, amigos, abuelos y tíos, saber que no los vas a volver, o que en este tiempo murieron y que no pudiste despedirlos. Fue, es y seguirá siendo lo más difícil de salir del país que te vio nacer» dice emocionado.
¿Tienen previsto regresar alguna vez?
«Y si, regresar a casa, de visita, es lo que nos anima a salir todos los días a hacer lo mejor posible. El querer abrazar y llenar de besos de nuevo a mis padres, y mi esposa a los suyos, y mi hijo, que llegó con 4 años y hoy tiene 8, poder abrazar a sus abuelos. Es lo que tenemos arriba en nuestra lista de prioridades».