Así va el programa para dar acceso a educación a la población migrante

• Nathalie Duveiller, especialista del Consejo Noruego para Refugiados, explica los avances del plan ‘La educación no puede esperar'

EL VENEZOLANO COLOMBIA | PORTAFOLIO

El proyecto ‘La educación no puede esperar’, de la alianza entre Unicef, Save the Children, World Vision, Consejo Noruego para Refugiados (NRC) y la Fundación PLAN, tiene como objetivo garantizar el acceso a la educación de la población migrante en los departamentos de Magdalena, La Guajira, Atlántico, Bolívar, Norte de Santander, Arauca, Antioquia, Valle del Cauca y Santander.

Nathalie Duveiller, especialista en educación del Consejo Noruego para Refugiados, explica cómo va la cobertura hasta la fecha. Además da a conocer cómo se vincula con el Estado colombiano.

¿Cuál es la meta en cobertura?

El proyecto pretende beneficiar a 150 mil niños migrantes. Hasta junio se han beneficiado alrededor de 11 mil. Por esto estamos moviéndonos alrededor de conseguir más financiación para poder lograr esta meta en los tres años que durará el proyecto.

¿Cómo llega el proyecto a estos niños?

Nosotros hacemos la identificación de esta población, a través de un censo de desescolarización para poder ver desde cuando han quedado por fuera de las escuelas. También para conocer qué necesidades tienen las familias y cuáles son las principales barreras que tienen para acceder a la educación. La mayoría son de origen económico, a veces están relacionadas con la documentación y la falta de materiales o insumos.

Después los ubicamos en algunas secretarías de educación en las que haya cupos. Ahí entran los asesores a acompañar a los estudiantes, con sus dificultades para poder ingresarlos al sector formal.

¿Hay alguna barrera respecto al aprendizaje que les impida entrar a estos colegios?

Claro. No es tan fácil vincular al sector formar a niños que, por el tiempo que pasaron sin asistir a las escuelas o recibir educación, no están nivelados con los conocimientos que tienen otros. Además que hay infantes que ya no saben cómo concentrarse en desarrollar una actividad, ni siquiera dos minutos. Entonces para ellos, el proyecto ofrece unas asesorías y unos encuentros de motivación escolar que les permita cerrar esas brechas.

También hacemos procesos de nivelación para que puedan regresar a la escuela y estar al día con los saberes. La mayoría de niños con los que trabajamos están en condición de extraedad -desfase entre los años del infante y el curso en el que debería estar-. Por lo que nuestro motivo es garantizar que ellos puedan acceder a un sistema educativo formal o no formal.

¿De qué se trata el sistema no formal?

En Colombia se le conoce como modelo educativo flexible y es acreditado por el Ministerio de Educación.

En el sistema internacional humanitario se les conoce como estrategias no formales y tiene que ver, específicamente, con modelos de aprendizaje para nivelación o de refuerzo escolar.

Pero, lo que sucede es que estos modelos educativos no formales que el Ministerio acredita la mayoría de instituciones no los conoce, así que no sabe cómo materiarilzarlos.

Esto representa un reto a la hora de certificarle a los niños estos conocimientos que adquieren durante este periodo.

¿Hay otro tipo de ayudas a las familias cuando los estudiantes tienen dificultades más allá de la nivelación escolar?

Tenemos equipos distintos para cada necesidad. Si son de documentación, contamos con grupos especializados en asuntos jurídicos. Si el niño tiene necesidades específicas intentamos vincularlos a otros socios o entidades estatales que puedan brindar este apoyo.

Sin embargo, estamos tratando de mejorar nuestras estrategias para que sean más inclusivas. Si se trata de vulnerabilidad psicológicas, necesitamos el apoyo de una organización que cuente con ayuda psicosocial o de salud.

¿Se implementó el modelo de educación virtual?

No alcanzamos la cobertura que queríamos como si estuviéramos en presencial. Sin embargo, formamos grupos virtuales para coordinar estrategias de aprendizaje en casa.

Hicimos materiales impresos para entregarlos, porque las familias no tenían conectividad, entonces también ofrecimos paquetes de datos, pero esto tampoco fue suficiente porque en los hogares a veces solo hay un dispositivo.

¿Cómo va la transición a la presencialidad?

No estamos todavía en un porcentaje alto de presencialidad. Estamos implementando actividades en algunas comunidades, con grupos pequeños por el tema de bioseguridad. Además que hay instituciones educativas que no se sienten en confianza para recibir a los niños. Por otro lado, hay un tema de infraestructura. Por ello, tenemos un equipo que hace adecuaciones en las escuelas respecto al agua y el saneamiento.

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