El término renacer ha sido utilizando múltiples veces en la historia de la humanidad, pero ciertamente cuando más sentido tuvo esa expresión fue en el siglo XVI con el Renacimiento, que tuvo su cuna en Italia, particularmente en Florencia, donde los genios de la época, entre los cuales destacaban Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Rafael y otros tantos en las artes, la ciencia, la pintura, la arquitectura, le dieron un vuelco a la era oscura de la Edad Media, e hicieron brillar el mundo moderno, caracterizado por un nuevo humanismo menos dependiente de la religiosidad.
Hoy, literalmente, nuestro país necesita renacer de una época oscura, llena de destrucción y de intolerancia, en la que lo único que ha prevalecido son los antivalores de la corrupción, la codicia y la negación de lo que Bolívar consideraba indispensable para crear una nueva nación, moral y luces.
Aquí deben renacer los valores de la responsabilidad, la solidaridad, la tolerancia y darle importancia a los méritos adquiridos a través del esfuerzo y del conocimiento.
Con la improvisación y la exacerbada codicia sólo se produce lo que hoy vemos. Con ganas de progreso y el entendimiento de que tenemos que aportar solidariamente nuestro grano de arena, podremos lograr que algún día se hable el renacimiento de Venezuela como un ejemplo a seguir.