Comienzo con una pregunta directa: ¿Por qué Venezuela, amante del desarrollo, el bienestar y la prosperidad en América latina, que fue referencia hace siete décadas de progreso y de una economía y moneda fuerte y sana, y que lo tiene todo en materia de clima, geografía y población debe seguir sujeta al yugo esclavizante y empobrecedor del socialismo? Venezuela, ¿podría tomar su rumbo propio?
En otras palabras: si Venezuela tiene y ha tenido dentro de América latina su personalidad definida, ¿por qué no puede seguir -entonces- su rumbo propio, la senda del desarrollo efectivo? Que es el capitalismo de libre mercado y no el socialismo. Así como lo hicieron en Asia, Singapur, Hong Kong, Taiwan y Corea del Sur, ejemplos de desarrollo exitoso, es decir, de capitalismo de libre mercado.
Desde hace años, los venezolanos trabajadores, creadores de riqueza y productivos vemos con pesar que el país opta por recetas o fórmulas políticas cada vez más socialistas, traducidas en leyes y constituciones cada vez más socialistas: fracaso.
Hace más de tres décadas -es decir- 30 años muchos venezolanos debimos reunirnos, pero no lo hicimos.
IGNORAMOS QUE LA RIQUEZA SE PRODUCE
Un día a los venezolanos nos confundieron y tomamos por riqueza lo que es un recurso natural. Nos creemos ricos, ignoramos que la riqueza se produce y olvidamos y descuidamos sus condiciones de producción.
Ese día llamamos al Estado a «repartir», y confundimos así lo público con lo privado. Ese día nos convertimos en socialistas o estatistas sin darnos cuenta. Extraviamos el rumbo de la creación de riqueza, la prosperidad y la paz. Nos metieron por la izquierda y allí seguimos. Las ideas tienen consecuencias y la estamos pagando.
En 1975 el gobierno venezolano de turno estatizó el petróleo y Venezuela apuró el paso, y la mayoría ni se dio cuenta. Y aceleró en 1983, cuando en lugar de remar para el otro lado, se optó por devaluar y seguir en la misma vía.
En 1989 y 1996 hubo simulacros de reformas, por supuesto con pésimos resultados. Tras cada fracaso aparecía otro grupo más radical y prometía distribuir lo que no puede crear. Y cuya creación entorpece o impide, y termina por medio de la destrucción, porque su veneno viene en dosis cada vez más socialista, viene en dosis más concentradas.
PERO NO LO HICIMOS
Los socialistas pintan con negros colores el camino de reversa, descalificando como retrógrados y derechistas a quienes se opongan a ellos. Así atemorizan y han impedido escuchar la otra campana, aprovechando la confusión creada y fuimos más abajo en pobreza, opresión, desesperación y conflictos. Debimos quitarle al socialismo sus disfraces, pero no lo hicimos.
Sí, no lo hicimos, y se nos impuso en nombre del progreso y la democracia desde 1998. Primero en sus versiones introductorias de nacionalista y populismo. Y después el socialismo se nos ocultó bajo distintos disfraces: unas laicas y simplemente democrático, otras veces cristiano o neoliberal, después radical y bolivariano.
Y mañana tal vez si lo dejamos sea espiritual (tipo Nueva Era) y global (tipo UE y ONU). No lo hicimos y nuestra sociedad y economía está más destruida. No lo hicimos y estatizaron todo.
No lo hicimos y los partidos se olvidaron de las funciones del Estado y de las suyas propias: de sus labores formativas y de sus filtros de selección. No lo hicimos y se fueron destruyendo las familias. Y se evaporaron los valores de trabajo e ingenio, esfuerzo y responsabilidad individual, previsión y ahorro, inversión prudente.
FALSA CONCIENCIA
La mayoría se confundió, porque el socialismo o estatismo siempre crea una falsa conciencia en el individuo. Y la gente cree que la culpa de los males y la destrucción, es de los corruptos, …los cogollos y la especulación, y ahora de los militares.
«No lo hicimos y los partidos se olvidaron de las funciones del Estado y de las suyas propias: de sus labores formativas y de sus filtros de selección. No lo hicimos y se fueron destruyendo las familias»
No comprenden que esos males y destrucción no son accidentales, sino consecuencias inherentes al socialismo y al marxismo cultural, y al estatismo que es su medio instrumental inseparable. La mayoría todavía piensa que la salida es quitar a mengano y poner a fulano. Hay que salir de los engaños socialistas. Aprender es fácil, lo difícil es desprender.
Y es indispensable desaprender los engaños, para poder aprender la verdad objetiva. La salida no es por la izquierda o socialismo. La salida es la desestatización y la responsabilidad individual. Es la Libertad dentro del orden. Hay que cambiar de mentalidad. Salir del pensamiento marxista y socialista que ha predominado en los conceptos, explicaciones, diagnóstico y análisis, y en las propuestas.
La salida comienza por una vigorosa campaña de alfabetización política en toda Latinoamérica. Por eso hay muchos argumentos y razones para creer en Venezuela y en nuestro futuro.
«La mayoría todavía piensa que la salida es quitar a mengano y poner a fulano. Hay que salir de los engaños socialistas. Aprender es fácil, lo difícil es desprender»
Si un país como Singapur, que tiene apenas 600 km2 (menos de la mitad de la Isla de Margarita en espacio geográfico) y sin recursos naturales, es uno de los países más ricos del mundo, entonces, voy de nuevo con la pregunta inicial: ¿por qué Venezuela dentro de un continente educado al socialismo por las recetas y orientaciones marxistas influidas y dirigidas por el Foro de Sao Paulo y la teología de la liberación, no puede liberarse de ese yugo esclavizante y empobrecedor del socialismo?
Venezuela está llamada a ser el país líder de América latina. Lo tiene todo para lograrlo. Este país necesita su rumbo propio al primer mundo. Sí, su rumbo hacia la prosperidad.
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