La diseñadora gráfica venezolana, Kemily Prado obtuvo su Permiso Especial de Permanencia (PEP) en junio del 2018, documento temporal que por los siguientes dos años puede trabajar y residenciarse de forma regular, así como acceder al sistema de salud y adquirir productos financieros en Colombia.
Sin embargo, cuando intentó abrir una cuenta de ahorros en un banco privado, la solicitud fue negada. «Solo abrimos cuentas con cédula de extranjería o cédula colombiana», fue la respuesta que le ofreció el asesor, sin ahondar en detalles.
Así como ella, miles de migrantes venezolanos se han enfrentado a la misma barrera al tratar de acceder a este servicio financiero.
Un funcionario de una entidad bancaria privada dio algunas pistas por lo que estos casos son habituales: «Muchos ciudadanos que tienen PEP carecen de pasaporte, entonces por normas de los bancos, sin este documento es inviable habilitar la cuenta. También sucede que el solicitante no tiene manera de demostrar de dónde provienen sus ingresos puesto que no tiene trabajo ni ninguna constancia de trabajo por prestación de servicios».
Esta realidad va en sentido contrario a lo establecido en la resolución 5797 del 25 de julio del 2017, en la que la Superintendencia Financiera recuerda a las entidades sometidas a su supervisión «que el Permiso Especial de Permanencia (PEP), en compañía del pasaporte o del documento nacional de identificación, tiene plena validez como identificación, y por lo tanto deben ser admitidos como documentos suficientes para que los nacionales venezolanos contraten o abran productos y/o servicios financieros en las entidades supervisadas en Colombia».
Lamentablemente, esta carta circular no es una ordenanza, sino un mecanismo en el que se insta a las entidades financieras a cumplir con lo recomendado, «pero cada banco es autónomo, según sus normativas, a cumplirlas o no», subraya el funcionario.
Kemily no es la única que ha conseguido trabas para abrir una cuenta. Gabriela Lozano, una migrante caraqueña residenciada en el barrio El Contento dice haber visitado 4 oficinas de bancos privados diferentes. «La respuesta es no se puede», afirma.
Pero Kemily y Gabriela no solo las une su condición de migrantes venezolanas con Permiso Especial de Permanencia (PEP). También coinciden en que las dos reciben remesas provenientes de familiares que tienen en Estados Unidos.
«Ese dinero lo uso para completar el arriendo y ahorrar», agrega Gabriela.
REMESAS DINAMIZAN LA ECONOMÍA, PERO SE DESAPROVECHAN
En Norte de Santander, según el último informe presentado por Migración Colombia, a 31 de octubre de 2019, hay más de 190 mil migrantes venezolanos.
Además, cada día cerca de 35 mil venezolanos ingresan por los puentes del departamento para cobrar los giros que les envían familiares del extranjero, comprar mercado, medicinas, acceder a servicios de salud, entre otros.
Si bien no existen registros precisos sobre cuántos migrantes retiran remesas al día, según un informe presentado por el Banco de la República, en el último trimestre del 2019, el departamento recibió 29 millones de dólares en remesas.
España (11,6 millones de dólares), Estados Unidos (8,1 millones de dólares), Chile y Reino Unido (0,6 millones de dólares) son los países de donde más provienen estos dineros.
A esto se suma otro tipo de envíos de dinero que entran a Colombia de otros países y que no se contabilizan porque dichas transacciones se realizan a través de casas de cambio informales o empresas de giros nacionales y que se registran como pesos colombianos.
Aunque hay una circulación creciente de dinero en la economía local, «no hay un mecanismo de ahorro pensado para los migrantes venezolanos ni para Cúcuta como ciudad fronteriza», enfatiza Ronald Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.
O lo que en palabras de Kemily Prado se resume a «un mecanismo donde uno pueda recibir pagos de cualquier parte del mundo, que permita hacer transferencias, sacar efectivo y ahorrar».
«Sería un mecanismo soñado, para dejar de guardar el dinero en una alcancía o debajo del colchón», añade Prado.
ARTICULACIÓN PARA UNA PROYECCIÓN DE AHORRO
Rodríguez habla de la necesidad de promover un plan de ahorro para los migrantes que cobran remesas en las zonas de frontera, que permita que dejen un pequeño porcentaje para guardar.
«Lo ideal es que fuese en una cuenta de ahorros que funcionaría como un sistema de pensión privado, el cual puede ser administrado por el sistema financiero colombiano».
Pero reconoce que para que esto ocurra debe existir voluntad por parte del Gobierno de Colombia como del sector financiero «para evitar las trabas» que se generan cuando los migrantes venezolanos intentan abrir cuenta bancaria.
«Sería un proceso beneficioso para todos ya que habría ganancias también para la región y el resto de Colombia, puesto que estos recursos podrían tomarse como préstamos, en lugar de solicitar dinero al Banco Interamericano de Desarrollo o al Banco Mundial y así invertir en infraestructura, vías, educación, salud, etc.”
De no haber un acuerdo con el sistema financiero, el investigador propone como segunda alternativa, «un sistema pensional que funcione a través de sectores terciarios».
Y coloca a Estados Unidos como ejemplo, ya que en ese país tanto los venezolanos como ciudadanos de otras nacionalidades manejan cuentas de ahorro que les permiten unas dinámicas de interés en la misma lógica de fondos de pensión y “ese producto es absolutamente fundamental”, dice.
De manera específica, los bancos estadounidenses piden información general de la persona que será titular de cuenta y los formatos de vinculación completados firmados. Además, documentación que soporte la dirección de residencia (recibo de algún servicio público), la actividad económica del titular de cuenta y explicación sobre el origen de la riqueza, que en este caso, serían las remesas.
CÚCUTA SERÍA EJEMPLO DE INTEGRACIÓN ECONÓMICA
Alguno de estos programas propuestos por Ronald Rodríguez sería clave en el momento que las garantías democráticas vuelvan al vecino país, «ya que los venezolanos que quieran regresar a su tierra natal van a poder retirar los fondos ahorrados».
Rodríguez evalúa que una de las particularidades del ser humano es que siempre piensa en su vejez. Siempre buscamos proyectarnos a largo plazo, en qué le voy a dejar a mis hijos, de qué voy a vivir cuando ya no tenga las fuerzas y las energías que tengo hoy.
Al promover alguna de estas dinámicas, Cúcuta se estaría transformando en una ciudad internacional y protagonista en integración en toda América Latina.
A futuro sería un claro ejemplo de cómo afrontar la crisis ante la migración masiva. “Los cucuteños no pueden olvidar que los están observando, el mundo está muy atento a lo que están haciendo. El camino que logre construir Cúcuta, si triunfa o fracasa será un camino que será considerado por muchos fenómenos migratorios alrededor del mundo”.
Con información de Estoyenlafrontera
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